Violencia y dolor: así despidieron a Carlos Manzo en Michoacán

Uruapan/Morelia, Mich.- 2 de noviembre de 2025.- Miles de personas inundaron las calles de Uruapan para dar el último adiós a Carlos Manzo, el alcalde asesinado durante el Festival de Velas. La Pérgola Municipal se convirtió en un mar de dolor donde Grecia Quiroz, su esposa, declaró con voz quebrada que sus hijos quedaban huérfanos pero con el orgullo de un padre que murió sirviendo a su pueblo. El féretro, cubierto por el característico sombrero blanco del edil, fue escoltado por una multitud que coreaba consignas de justicia mientras las campanas de la Parroquia de San Francisco repicaban en su honor.
Mientras Uruapan lloraba, la indignación se trasladó a Morelia donde las protestas por justicia derivaron en violentos disturbios. Manifestantes irrumpieron en el Palacio de Gobierno, rompieron ventanas, incendiaron mobiliario y pintaron consignas contra el gobierno estatal. La respuesta policial no se hizo esperar: gases lacrimógenos y balas de goma dispersaron a los inconformes, dejando varios afectados y al menos tres detenidos. La rabia contenida estalló con fuerza mostrando el profundo malestar social que atraviesa la región.
El día culminó con el entierro de Manzo en el cementerio de Uruapan, donde familiares, amigos y una multitud lo despidieron entre música, oraciones y la consigna que resonó como un grito colectivo: “Carlos Manzo no murió, lo mataron por defender a su pueblo”. Decenas de coronas florales cubrieron la tumba del hombre que, según sus colaboradores, prefirió morir de pie que vivir arrodillado ante la violencia, dejando tras de sí un legado de lucha y una herida abierta en el corazón de Michoacán.




